Hay un crecimiento desproporcionado de la población urbana en el mundo en los últimos cincuenta años y ese flujo masivo y constante de gente está creando problemas muy serios tanto desde el punto de vista ambiental, social, administrativo y económico, dijo el director de la Corporación Autónoma Regional del Risaralda, Alberto Arias Dávila.
Advirtió que las familias que se urbanizan, lo hacen buscando nuevos espacios para su desarrollo. Normalmente provienen de pequeños pueblos y de las zonas rurales. Consideran que son las ciudades los únicos lugares que les brindan ocasión de educarse, mejorar su situación económica y tener acceso a los servicios del Estado.
La llegada de la gente a las ciudades es traumática. Normalmente se instalan en sitios riesgosos ubicados en áreas marginales, aquellas que son montañosas o están en cercanía de las riberas de los ríos.
“El crecimiento urbano desordenado se ha vuelto insostenible, dado que los gobiernos son incapaces de ofertar servicios mínimos para las familias que están llegando a las ciudades, la mayoría de ellas en condiciones de indigencia”, indicó Arias Dávila.
Comentó que la experiencia muestra que la capacidad de reacción de las autoridades ante el crecimiento de la urbanización es muy baja y por ello es casi imposible lograr soluciones definitivas para erradicar los asentamientos humanos precarios.
“Los recursos públicos son muy escasos para erradicar los problemas que traen consigo los asentamientos críticos, pero se deben seguir haciendo esfuerzos muy grandes para evitar que la urbanización sea sinónimo de crisis”, anotó Arias Dávila, al tiempo que advirtió que el país no puede abandonar en la trampa de la pobreza a la mitad de su población, teniendo la convicción de que ella nunca podrá salir de allí.
En Colombia, el 76 por ciento de la población vive en las áreas urbanas, coincidiendo con la misma proporción que se maneja en América Latina. A nivel mundial, de acuerdo con el Fondo de Población de Naciones Unidas, la mitad de las personas viven en las ciudades.
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